El texto lo dio a conocer este jueves 23 de diciembre en Concepción el arzobispo electo de Santiago, Mons. Ricardo Ezzati, Presidente de la CECh.
En el mensaje, los Obispos afirman que al concluir un año particularmente intenso para nuestro pueblo, "el Señor nos vuelve a sorprender con la gratuidad de su nacimiento entre nosotros. Es la Buena Noticia que queremos anunciarles".
Junto con agradecer el privilegio que significa el servicio de la Iglesia en la configuración de nuestra cultura como paÃs, señalan que varios sucesos de este año nos han recordado, también que nuestra sociedad sigue marcada por fuertes contrastes.
"El devastador terremoto y maremoto, el derrumbe en la mina San José, la situación de los comuneros mapuche, el incendio en la cárcel de San Miguel, han sido señales que nos han puesto al desnudo las grandes y graves fragilidades, que debemos abordar en diálogo generoso y con la buena voluntad de todos. Al mismo tiempo, estos episodios nos han hablado de la profunda vocación fraterna y solidaria de un pueblo que sabe sobreponerse a las tragedias y que es capaz de desplegar esfuerzos comunes para reconstruir y socorrer, para orar y celebrar", señala el Mensaje del Comité Permanente del Episcopado.
Añade que el caminar de la Iglesia tampoco ha estado libre de la cruz y de contradicciones. "En este tiempo de Misión, hemos sentido la presencia del EspÃritu y sus frutos de santidad, y la peregrinación de la Virgen del Carmen Misionera, junto al Evangelio de Chile, ha sido testimonio del sello cristiano que marca el “alma de Chileâ€. De todo ello estamos agradecidos. También hemos pedido perdón por nuestras fragilidades e infidelidades, y renovado el propósito de vivir más fielmente en nuestra vocación. Por sobre todo, hemos dado gracias a Dios por “las obras grandes†que no deja de realizar en medio nuestro y en nuestro favor".
No estamos solos
El texto episcopal destaca que, aunque no somos capaces de conducir nuestra historia, experimentamos que el Señor no nos deja solos. "Él mismo ha venido a formar parte de nuestro camino. No estamos solos: Dios se ha hecho uno de nosotros, participa de nuestra vida cotidiana y lo podemos reconocer en cada hermano, en los niños y en los pobres, en los ancianos y en los abandonados. Está presente en nuestra familia y en nuestra comunidad, en el estudio y en el trabajo, y su presencia es profecÃa de la verdadera grandeza de la dignidad humana. Lo sabemos: la venida del Hijo de Dios a nuestra vida no es un logro nuestro, sino un verdadero regalo del cielo: algo que no merecemos y que se nos concede gratuitamente".
Afirman los Obispos que en la pesebrera de Belén descansa nuestra certeza: "Dios no nos ha dejado solos, porque ha querido quedarse para siempre en nuestra vida, en nuestras familias y comunidades. En la humildad del pesebre, Dios Padre ha querido recostar a su Hijo".
En opinión de los pastores, celebrar la Navidad en este año tan intenso es un hermoso motivo de esperanza que nos estimula a comprometernos para que cada hermano y cada hermana puedan vivir de acuerdo a su dignidad de hijo de Dios. "Jesús, don del Padre, nos invita a hacernos don para los demás y ser forjadores de una cultura del don".
Nos acercamos a los que sufren
En este sentido, expresan una especial cercanÃa a los pobres y excluidos, a los que sufren la angustia y la soledad, a los enfermos, especialmente a quienes viven los últimos dÃas de su vida. "Nos acercamos a los internos e internas de todas las cárceles, especialmente los más olvidados; a quienes aún sufren los estragos sicológicos, espirituales y materiales del terremoto; a todos los trabajadores y trabajadoras del paÃs, y entre ellos a quienes laboran en condiciones más precarias e inseguras, y a quienes han perdido o temen perder sus fuentes laborales".
Los pastores también expresan su cercanÃa a los niños y jóvenes vulnerados, que sufren la incertidumbre de un futuro sin oportunidades y para quienes tampoco hay lugar en las posadas del estudio y del trabajo. "A las familias en crisis, a las mujeres discriminadas y violentadas, a todos aquellos que han sido agredidos en su derecho a una vida digna. A todos ellos les decimos: Dios recostado en el establo de Belén, es la esperanza que no defrauda".
A todos quienes gozan un tiempo de paz y bienestar, especialmente a los niños para quienes este misterio de fe significa también alegrÃa y encanto, los Obispos invitan a compartir el gozo de Nochebuena con aquellos que sufren algún dolor. "Que en nuestra cercanÃa y solidaridad, tantas personas que sufren, puedan reconocer a Jesús como su esperanza".
Finalmente, exhortan a renovar nuestro anhelo de hacer de Chile una mesa para todos. "Que cada abrazo, cada saludo, cada obsequio, sea el testimonio alegre de una vida renovada por el Señor. Que la esperanza que nos da la Navidad, nos lleve a abrirnos cada vez más a Dios y a los hermanos. A todos los habitantes de nuestra patria, les deseamos con afecto una muy Feliz Navidad", concluye el Mensaje.
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Texto completo del Mensaje
Fuente: Prensa CECh
Concepción, 23-12-2010