¿Cuánto progresa la reconstrucción? ¿Cuál es la situación de las víctimas un año después del terremoto? ¿Cuáles desafíos más grandes, consecuencias del terremoto, hay todavía?
La reconstrucción ha sido excesivamente lenta. Ha habido avances en algunos aspectos. Hoy se estudian nuevas normas de construcción y se están reevaluando las zonas de riesgo. También las instituciones responsables del manejo de las emergencias están en reestructuración. Y se ha recuperado infraestructura vial, como caminos y puentes. Pero hay miles compatriotas que aún viven en viviendas de emergencia de un estándar de calidad muy bajo, llamadas “mediaguas”, en “aldeas” o campamentos que no cuentan con servicios adecuados. El proceso de asignación de subsidios habitacionales y de construcción de nuevas viviendas ha sido lento por lo que tendrán que esperar dos o tres años soluciones más definitivas. También la reconstrucción de algunos servicios vitales, como los de salud, avanza lento. Por ejemplo en la Región del Maule, la población aún debe atenderse en hospitales de emergencia. Hoy estamos en verano y, por tanto, las familias pueden hacer su vida fuera de las “mediaguas”, pero será muy difícil tolerar las duras condiciones de los próximos inviernos en estas viviendas de emergencia que además, presentan problemas sanitarios. Este es un gran desafío del proceso de reconstrucción en Chile: dar mayor celeridad y respuestas de calidad a los damnificados, considerando su participación, la de los gobierno locales y de la sociedad civil.
A un año del terremoto y maremoto la vida de los pobres se ha precarizado. De hecho, un estudio oficial del Gobierno estableció que en Chile hoy existen 500 mil pobres más por efecto de la catástrofe. Ello a pesar del crecimiento económico que ha experimentado la economía nacional, que se caracteriza por ser muy concentradora de la riqueza.
Por otro lado, los damnificados han debido enfrentar el olvido de la sociedad y las autoridades, en un año 2010 muy denso en acontecimientos de alto impacto mediático, como por ejemplo el Mundial de Fútbol y el accidente y posterior rescate de los 33 mineros en Copiapó, que concentraron la atención durante varios meses. Al acercarse el aniversario de la catástrofe, la reconstrucción vuelve a tener un lugar importante en la agenda pública, pero esto no ha sido así durante el año. Esto nos plantea el desafío de mantener viva la conciencia solidaria y estar alertas frente a las necesidades de miles de compatriotas que siguen sufriendo las consecuencias del terremoto. Mientras, este mes de febrero se han sucedido las réplicas tardías de alta intensidad y enjambres sísmicos que afectan la tranquilidad y salud mental de las comunidades y que constituyen un llamado más a seguir acompañándolas.
En este contexto, surge con fuerza el desafío de generar planes de prevención y gestión de riesgos y emergencias, así como de abordar las vulnerabilidades sociales y ambientales de los sectores más pobres, con la participación amplia de actores públicos y privados y, también, de la Pastoral Social Caritas, aportando nuestra identidad propia.
¿Puede darme un resumen del trabajo hecho por la red Caritas en este año?
En términos sintéticos se puede señalar que nuestra labor ha tenido dos etapas. En primer lugar, la ayuda humanitaria frente a las necesidades urgentes surgidas inmediatamente ocurrida la catástrofe y que se prolongó con fuerza hasta junio. En este periodo se movilizaron cerca de 4.000 toneladas de suministros (alimentos, agua y bebestibles, plástico, carpas, frazadas, ropa de cama, colchonetas, toallas higiénicas, pañales de niño y adulto, ropa, estufas, braseros, materiales de construcción, etc.), lo que nos permitió atender aproximadamente a 800.000 personas. Este trabajo de distribución de suministros en la extensa zona afectada de emergencia se vio favorecido por la presencia inmediata en terreno de los equipos locales de Pastoral Social Caritas, párrocos y otros agentes pastorales y sociales, quienes fueron capaces de articular las redes disponibles en todos los lugares donde era posible, estableciendo una plataforma de distribución compuesta de unas 250 parroquias y cerca de 1.500 capillas en la zona de catástrofe, en vínculo con los municipios y organizaciones sociales de base.
En el contexto de aislamiento, interrupción de caminos y comunicaciones y del desabastecimiento producido en el país, el aporte de Caritas ha sido fundamental, pues pudimos llegar con la ayuda en forma oportuna hasta las comunidades más alejadas y necesitadas; en muchos casos, con mayor rapidez que el Gobierno. Junto al sentido de urgencia, la ayuda humanitaria se realizó procurando acoger a las personas en su dolor, brindándoles contención emocional y apoyo espiritual y psicosocial.
En una segunda etapa, a partir de junio, el trabajo se ha focalizado en el proceso de rehabilitación y reconstrucción. Hemos impulsado proyectos integrales para pequeñas comunidades que tienen tres componentes, vivienda y habitabilidad, economía familiar y desarrollo comunitario. A través de ellos estamos acompañando a más de 20 comunidades de sectores costeros, rurales y urbanos de alta vulnerabilidad y escaso acceso a otros apoyos. Estos proyectos tienen como estrategia de base su sentido integral y la participación activa de las comunidades, a través de los diagnósticos comunitarios, la implementación de las iniciativas habitacionales y productivas, y el control social sobre la ejecución del proyecto. Con ello se ha favorecido la organización y movilización conjunta para la consecución de sus objetivos, la instalación de capacidades y la promoción de sus posibilidades de incidencia. Ha sido muy interesante observar cómo, comunidades que estaban desesperanzadas y paralizadas hoy cuentan con líderes y organizaciones (juntas de vecinos, grupos de salud, comités económicos, grupos de mujeres y de adultos mayores, etc.), que junto a las comunidades cristianas, están activas, reconstruyendo sus vidas con esfuerzo y entusiasmo.
En esta etapa, por medio de los proyectos desarrollados en el 2010 –algunos con extensión en los primeros meses del 2011– hemos construido 235 viviendas progresivas y reparado 594, se han habilitado 54 servicios higiénicos, se han entregado 432 kits de equipamiento del hogar, se ha apoyado a más de 600 emprendimientos económicos familiares o asociativos, y se ha desplegado en cada comunidad un proceso de acompañamiento psicosocial que considera a los distintos grupos ahí presentes de acuerdo a sus necesidades particulares (niños y niñas, adultos mayores, mujeres, entre otros)
2010 fue el año de conmemoración del Bicentenario de la independencia nacional. En este marco también intentamos aportar a la reflexión sobre el futuro del país, realizando las Semanas Sociales Nacionales en uno de los lugares más afectados por el terremoto, Concepción.
¿Cuántas personas han sido ayudadas por Caritas en Chile desde el terremoto?
En la etapa de primera respuesta, a través de la ayuda humanitaria, hemos estimado que nuestra ayuda llegó a alrededor de 200.000 familias, lo que equivale a unas 800.000 personas. A través de los proyectos de rehabilitación hemos trabajado con 2.000 familias, unas 8 mil personas, quienes se han visto beneficiadas por servicios en las áreas de vivienda, economía familiar y desarrollo comunitarios.
Quisiera destacar que esta segunda etapa, más focalizada, tiene una significación no sólo desde el punto de vista de la magnitud y cobertura de la ayuda, sino también porque no se trata soluciones aisladas o individuales. Al contrario, se ha trabajado con comunidades, potenciándolas y empoderándolas como colectivos. Por tanto, acompañándolas en el fortalecimiento de sus capacidades para la autoayuda y autogestión, lo que nos permite tener esperanza en la sustentabilidad de los proyectos y en sus posibilidades de construir un futuro mejor por sí mismas. Y por otro lado, más allá de los números, hemos querido, a través de estos proyectos de acompañamiento ofrecer signos o testimonios al Estado y otras entidades, de que es posible, aún en situaciones de emergencia y extrema vulnerabilidad, encontrar soluciones dignas para las personas.
¿Cuánto ha sentido la solidaridad de los otros miembros de Caritas en este año? ¿Quiere decir un mensaje para los otros miembros?
Sin duda hemos sentido la solidaridad de la familia Caritas, manifestándose generosa de múltiples formas. Ésta ha sido fundamental y ha sostenido el trabajo que realizado. En primer lugar, la cercanía humana, los llamados, mensajes por diversos medios y visitas que nos han permitido realizar nuestro trabajo sintiendo el apoyo y aliento de todos los miembros de la Confederación.
Luego, la solidaridad se ha expresado también en la transmisión de experiencias y la capacitación de nuestro equipo tanto para el diseño como para la implementación del trabajo realizado. Desde el inicio tuvimos el consejo y presencia entre nosotros desde varias Caritas. Contamos con la visita del Director de Emergencias de CI, Alistair Dutton y Héctor Hanashiro, responsable del SELACC que nos ayudaron a perfilar nuestra acción en terreno. Junto a representantes de diversas Caritas hermanas, en octubre, contamos la presencia que nuestra Secretaria General, Lesley-Anne Nigth, que acompañó a las comunidades afectadas y a nuestros equipos de terreno. Hizo un gran bien entre nosotros y hemos quedados muy agradecidos de su apoyo.
Y también hemos contado con el valioso aporte económico que ha permitido sostener el trabajo realizado. Aporte particularmente significativo pues se ha verificado en medio de múltiples emergencias y llamados desde diversos países.
Por todo ello el mensaje es de una gratitud enorme al Señor y a cada uno de los organismos miembros y al equipo de CI. En tiempos difíciles hemos experimentado la importancia de Caritas y su red mundial para dar esperanza efectiva a las comunidades, para contribuir al respeto de los derechos y dignidad humana, desde nuestra fe en Jesucristo, en medio de un mundo globalizado que todavía tiene que dar muchos pasos para vivir en fraternidad y justicia. Por ello junto a nuestro agradecimiento profundo, el llamado a reforzar este aporte a una sociedad más justa que permita el desarrollo integral de todos y todas sus integrantes.
¿Qué hará Caritas en Chile para ayudar la gente ahora y en el próximo año? ¿Cuáles son las necesidades más importantes?
Entendemos que no podemos abandonar a la gente, por eso necesitamos gestionar los recursos y condiciones para continuar acompañando a las comunidades de modo de potenciarlas para dar sustentabilidad a los proyectos de vivienda, economía familiar y desarrollo comunitario. Vamos a continuar promoviendo el fortalecimiento de las comunidades, la reconstrucción de redes sociales de apoyo, la acción colectiva organizada y la capacidad de interlocución con diversos actores del desarrollo, incentivando para este fin entre otras medidas, la construcción, mantenimiento y uso de sedes comunitarias. De la misma manera, esperamos sistematizar las experiencias de los proyectos de rehabilitación para generar aprendizajes que posibiliten su replicabilidad.
Otra tarea importante que vamos a realizar será el acompañamiento y apoyo a las y los dirigentes sociales de las “aldeas” o campamentos de viviendas de emergencia (“mediaguas”) implementados por el Gobierno. Son más 100 “aldeas” en 23 comunas. Sus dirigentes requieren capacitación para que sean considerados en el proceso de reconstrucción, con soluciones oportunas y de calidad.
En otro plano vamos a seguir contribuyendo la vigilancia social de las políticas de reconstrucción, fortaleciendo el rol y capacidades de incidencia de la Pastoral Social Caritas y de las propias comunidades.
En términos más globales, tenemos el desafío de desarrollar un trabajo integral en gestión y prevención de riesgos, insertándolo como línea de acción permanente de la Pastoral Social Caritas. Y, a partir del trabajo de rehabilitación y reconstrucción, contribuir a un desarrollo más inclusivo, equitativo y sustentable en Chile.
Fuente: Comunicaciones Pastoral Social Caritas
Santiago, 28-02-2011