“Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”
Haciéndose cargo de los propios errores y desafíos de la Iglesia, los obispos proponen caminos de esperanza para una sociedad donde el lucro y el individualismo se han puesto en el centro.
Una profunda reflexión sobre los actuales problemas de la Iglesia y la sociedad, y sobre la misión de anunciar a Jesucristo en este momento de la historia del país, efectuó el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile en la Carta Pastoral dada a conocer este jueves.
El documento se presentó en el Salón de Honor de la Universidad Católica, en una ceremonia que contó con la asistencia de altas autoridades de gobierno y la sociedad civil. En su redacción participaron Monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el Obispo de Rancagua y vicepresidente de la CECh, monseñor Alejandro Goic, el Obispo de Valdivia y secretario general, monseñor Ignacio Ducasse, monseñor Horacio Valenzuela, Obispo de Talca y monseñor Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso.
El perdón y la conversión de la Iglesia “A nadie se le oculta que por nuestras faltas, la Iglesia ha perdido credibilidad. No sin razón algunos han dejado de creernos. Resulta doloroso constatar que se nos ha hecho difícil transparentar al mundo de hoy el mensaje que hemos recibido. Nuestras propias debilidades y faltas, nuestro retraso en proponer necesarias correcciones, han generado desconcierto”, señala el documento en su primer punto relacionado con el propósito de la Iglesia chilena de convertirse y pedir perdón.
En ese sentido, plantea que la Iglesia es consciente que debe ser la primera en ser evangelizada y revisar tanto los comportamientos personales como sus propias estructuras institucionales. “Siguiendo el ejemplo el Papa Benedicto XVI hemos pedido perdón a quienes hemos ofendido y reiteramos con la más profunda verdad esa petición”, dicen los cinco obispos firmantes de la Carta Pastoral en comunión con los obispos de la Conferencia Episcopal.
No obstante la autocrítica, los obispos sostienen que “nuestra propia pequeñez y los problemas que hemos tenido no pueden impedirnos anunciar el mensaje del Señor”, lo cual especifican deberán hacer desde la humildad, la sencilla alegría y la esperanza.
Los cambios de nuestro tiempo: un malestar con fundamento
Como es tradicional en los documentos del magisterio de la Iglesia, se ofrece un breve diagnóstico tanto de las grandes oportunidades como de los malestares que suscitan los tiempos que nos toca vivir, particularmente ahora en lo que concierne a la globalización.
Es especialmente esperanzador, señalan los obispos, que la ciudadanía pida nuevos y mejores espacios de participación, así como el nuevo papel que debe jugar la mujer en diversos ámbitos de la sociedad, humanizando la política y el trabajo. Se especifica asimismo, que “este avance nos impulsa a rechazar toda discriminación injusta que pudiera derivar de las ideas, la raza, el sexo o el dinero”.
Sin embargo, la carta se detiene también, en aquellos aspectos de nuestro tiempo que son fuente de malestar. En el núcleo de ellos se menciona una cultura que excluye a Dios y nos lleva por caminos muy deshumanizantes y ciertas dinámicas secularizadoras que se presentan como liberadoras sin referencia a Dios.
La misiva, dirigida al conjunto de la sociedad, denuncia la desazón por un modelo de desarrollo centrado excesivamente, en los aspectos económicos y en el lucro, “que abriga desigualdades escandalosas entre pobres y ricos”.
Además, pone de manifiesto el malestar ciudadano ante el individualismo y la soledad, donde el consumismo termina siendo más importante que la participación cívica. También, revela que el sobreendeudamiento “inhumano de muchos chilenos destruye el bienestar de la familia y constituye una nueva forma de explotación que favorece a los más poderosos, que se aíslan así del resto de la sociedad”.
Los obispos alertan que en el modelo actual, el estado se encuentra con las manos atadas para la prosecución del bien común y defender a los más débiles. “En un país con tantas desigualdades es injusto poner al mercado como centro asignador de todos los recursos”, advierten.
En ese sentido, los pastores entregan una visión crítica respecto del lucro desregulado, que adquiere connotaciones de usura, y que “está en la raíz de la iniquidad, el abuso, la corrupción y en cierto modo del desgobierno”. Agregan que este hecho ha afectado, principalmente, a la educación “uno de los ámbitos de nuestra sociedad donde se manifiesta más claramente la inequidad”.
Aporte cristiano para humanizar y compartir el desarrollo
El documento episcopal quiere asumir sin miedos lo positivo de la globalización, pero corregir también sus limitaciones a objeto que esté marcada por la solidaridad, la justicia y el respeto a los derechos humanos. El mensaje de Jesús, precisamente, nos enseña un estilo solidario de relacionarnos, de entendernos y de amarnos. Para ello, Jesús nos ayuda a mirar el mundo desde los pobres y excluidos, para así tener una mirada de misericordia y bondad hacia todos. Así entonces, el documento de los obispos nos propone que Jesús puede darle un sentido profundo a la vida.
En relación al trabajo se recalca que Jesús nos ayuda a dar dignidad al trabajo humano y que el trabajador es más que un eslabón productivo en una empresa, es un sujeto creador. Denuncia, asimismo, el escándalo que significa tener en Chile estos niveles de riqueza, y que haya personas con trabajo estable bajo la línea de pobreza. El salario ético es una exigencia de la dignidad humana.
Finalmente, el documento plantea que la Iglesia debe resituarse en el mundo con nuevas coordenadas, asumiendo una participación activa en asuntos de interés público como la acogida a los inmigrantes, protección de los más vulnerables, situación en las cárceles, la lucha contra la discriminación, defensa y promoción de los derechos humanos, el combate a la drogadicción y las necesarias reformas educacionales. “Estamos refundando el país y esto es muy apasionante. Como Zaqueo, acojamos a Jesús en nuestra casa para estar con Él”.
Fortalecer el sentido de la dignidad de la persona Ignacio Sánchez, Rector de la Universidad Católica
Hoy se presentó la Carta Pastoral “Humanizar y Compartir Con Equidad el Desarrollo de Chile”. En ella nos presenta una Iglesia que no es indiferente frente a las inequidades que se generan en la sociedad. Nos propone fecundar la cultura con el aporte cristiano. Nos invita a fortalecer el sentido de la dignidad de la persona.
En el ámbito del acontecer cultural, nos invita a “formar nuestra conciencia para que sea razonable, libre y a la vez responsable”. Aquí¬, la UC está llamada a contribuir a que el diálogo entre la razón y la fe sirvan a la cultura y den sentido al hombre de su fe. Esta carta de los obispos nos invita a trabajar para que nuestra sociedad nunca se aparte del sentido trascendente del hombre.