Reproducimos el artÃculo:
¿Qué lleva a un hombre a dejar atrás su familia, sus amistades y su comodidad para viajar al extremo del mundo y vivir como uno más dentro de una miserable población de una capital del tercer mundo?, ¿por qué una persona arriesgarÃa la vida propia por salvar a otros de la persecución y la tortura?, ¿qué lleva a la renuncia de la propia existencia por brindar a otros la esperanza de un mundo mejor? Ninguna respuesta logra hacer justicia a la inmensa obra de amor del Padre Pierre Dubois, que acaba de dejarnos después de 49 años en nuestro paÃs, primero como Asesor del Movimiento Obrero de Acción Católica y más tarde como Párroco titular de la Parroquia de La Victoria, donde se hizo conocido por la defensa de los derechos humanos y donde en 1984 vio cómo morÃa otro sacerdote francés, el Padre André Jarlan, a manos de un disparo de agentes del Estado.
El Padre Pierre Dubois es conocido por su lucha contra la dictadura, o más bien por defender la vida de los perseguidos y oprimidos por el régimen militar. Pero su defensa de los derechos humanos abarca también otras dimensiones de los mismos, que tienen que ver con la justicia social, la equidad, la solidaridad, la dignidad y el amor. Esa lucha ha perdido a uno de sus más férreos defensores, en momentos que hacen falta más que nunca voces justas para hacer frente a la inequidad.
El sacerdote francés que falleció a los 81 años en su casa de La Victoria, vivió como un hombre de Iglesia en el más amplio sentido de la palabra. Comprometido con los más pobres, dio cuenta de un profundo sentido de una Iglesia cercana y acogedora, dedicada a aliviar el sufrimiento. Y no nos cabe duda que en sus últimos dÃas continuaba defendiendo el derecho de esas mismas personas a una vida plena.
A cada hombre de la estatura de Pierre Dubois le marcan los acontecimientos históricos en que se desenvuelve su existencia. A él le tocó un paÃs marcado por la violencia polÃtica y la violación de los derechos humanos fundamentales. Hoy la violencia continúa con otros rostros. Hoy vemos cómo miles de chilenos sufren la exclusión del desarrollo y no hacen falta estadÃsticas para observar la enorme desigualdad que sigue aquejando con violencia los hogares en que, como dice la Carta Pastoral de los Obispos de Chile, “la economÃa ha ocupado una centralidad en desmedro de otras dimensiones humanas. Se han desarticulado muchas redes sociales, se ha acentuado la competitividad, se han descuidado los aspectos polÃticos de la realidad, se ha afectado el fondo de la vida familiarâ€. La vida se defiende desde la familia, núcleo fundamental de nuestra sociedad, y la economÃa hoy le da la espalda, provocando la infelicidad de las personas. No basta, por ejemplo, con el trabajo, pues el 70 por ciento de los chilenos asalariados hoy son pobres.
Somos de los paÃses con mayor bienestar de Latinoamérica pero no de los más felices. Es decir tenemos trabajo y somos pobres, tenemos bienestar y no somos felices. No cabe duda que los tiempos son difÃciles y como nos enseñaba San AgustÃn, frase que por lo demás siempre recordaba otro gran sacerdote, Monseñor Carlos González, “si los tiempos son malos, seamos nosotros mejores y los tiempos serán mejores: nosotros somos el tiempoâ€.
Sin duda que el Padre Pierre Dubois fue un hombre bueno y aportó con su bondad a que nuestro tiempo sea mejor. Su ejemplo es un aliciente para acercarnos más a su obra y tratar, nosotros, de hacer que los tiempos sean mejores.
Fuente: Comunicaciones Pastoral Social Caritas
Santiago, 03-10-2012