“El trabajo unge de dignidad a una persona. La unción de dignidad no la otorgan ni el abolengo, ni la formación familiar ni la educación. La dignidad como tal sólo viene por el trabajo. Comemos lo que ganamos. No interesa si es mucho o poco. Si es más, mejor. Podemos tener una fortuna, pero si no trabajamos, la dignidad se viene abajo", aseguró el Papa Francisco cuando aún era el cardenal Jorge Bergoglio y fue entrevistado para el libro biográfico "El Jesuita".
Indica también en esas páginas que la Iglesia siempre ha señalado que la clave de la cuestión social es el trabajo y que el centro es el hombre trabajador. "Hoy, en muchos casos, esto no es así. Se lo echa fácilmente si no rinde lo previsto. Pasa a ser una cosa, no se lo tiene en cuenta como persona. La Iglesia denunció, en las últimas décadas, una deshumanización del trabajo. (...) no hay que mirar el trabajo solamente desde lo funcional. El centro no es la ganancia, ni el capital. El hombre no es para el trabajo, sino el trabajo para el hombre", dice.
A su juicio, es fundamental que los gobiernos de los diferentes países fomenten una cultura del trabajo, "no de la dádiva. Es verdad que en momentos de crisis hay que recurrir a la dádiva para salir de la emergencia (...). Pero después hay que ir fomentando fuentes de trabajo porque, y no me canso de repetirlo, el trabajo otorga dignidad".
Trabajo, participación en la creación
Una concepto similar es el que entregaron los obispos chilenos en la carta pastoral "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile", de septiembre del año pasado. Allí indican que "la libertad económica ha sido más importante que la equidad y la igualdad. La competitividad ha sido más promovida que la solidaridad social y ha llegado a ser el eje de todos los éxitos. Se ha pretendido corregir el mercado con bonos y ayudas directas, descuidando la justicia y la equidad en los sueldos, que es el modo de dar reconocimiento adecuado al trabajo y dignidad a los más desposeídos. Hoy, escandalosamente, hay en nuestro país muchos que trabajan y, sin embargo, son pobres".
En opinión de los obispos, "el trabajo, tan esencial en nuestra vida, no puede ser jamás una mera mercancía que se transa en el mercado. Ese trabajo es una forma de participación en la creación, porque somos de algún modo colaboradores con Dios en su obra creadora. La empresa moderna tiene que aprender que el ser humano no participa en ella solo como un eslabón en la cadena productiva. Participa en ella como creador, como sujeto y debe obtener en justicia los frutos de su actividad".
Y con mayor énfasis advierten que "no es comprensible que en un país como Chile, con el nivel económico que hemos alcanzado, un trabajador que tiene un empleo estable esté más abajo de la línea de pobreza. Eso no es ético y no se condice con la dignidad humana. El salario ético no es una exigencia de la economía, es la consecuencia ética de la misma dignidad humana".
Testimonios: Trabajar de temporera
Paola Reveco, trabaja hace 15 años en un packing y para ella, este periodo ha sido muy positivo, porque con sus compañeras ha podido construir una "segunda familia", con la que comparten, se ríen y hacen del tiempo de trabajo un momento agradable del día. Ella destaca la responsabilidad, alegría y optimismo con que las mujeres enfrentan sus responsabilidades laborales y la lucha permanente por sacar adelante a sus familias. Y si bien reconoce que las condiciones de trabajo han mejorado en los últimos años, queda pendiente la valoración por parte de la sociedad.
Carmen Jara, con 17 años como temporera, ha sacado adelante sola a su hija y cuenta con orgullo que hace siete cuenta ya con su casa propia y ha podido costear un buen colegio para la niña. Su vida ordenada y la capacidad de ahorrar le han permitido, incluso, ayudar a su madre en el arreglo de su vivienda.
Marta Saavedra, trabaja desde los 14 años en el campo y en distintos packing. Tiene cuatro hijos, de los cuales, dos, ya tienen una profesión, lo que representa su mayor orgullo. Este sólo hecho ha valido el esfuerzo de realizar tareas tan duras, a pesar de que también reconoce que las condiciones laborales han mejorado.
En entrevista a la Revista Rumbos de la diócesis de Rancagua, el Padre Eduardo Morín, director diocesano Pastoral de los Trabajadores y asesor de la Comisión nacional de la Pastoral de los Trabajadores señala que “hasta el momento, no se ve que exista conciencia de parte del empresario de la importancia del trabajador, de su dignidad y menos de una cierta participación de los frutos de la ganancia que genera a la empresa. Lo van a valorar en cuanto a su rendimiento, sin necesariamente retribuirle en algunas ventajas económicas. Sé que existe el concepto de responsabilidad social empresarial en el sector productivo de la sociedad chilena, pero en la práctica poco se aplica”, sentencia.
Respecto de la realidad que enfrentan miles de chilenos sobre su salario, el P. Morin señala que “No basta con cumplir estrictamente la ley del sueldo mínimo. Los fariseos en el tiempo de Jesús de Nazaret cumplían con las leyes. Quizás, legalmente es correcto, pero inmoral por donde lo miremos. ¿Cómo puede vivir hoy en día una familia con un sueldo mínimo de 193 mil pesos o 205 mil, como se está debatiendo en el Senado? Esa propuesta de sueldo mínimo es un atentado y una burla de mal gusto a los trabajadores y trabajadoras de este país. El sueldo ético de 250 mil pesos propuesto por monseñor Goic queda ya superado y los expertos de la canasta básica proponen un mínimo de 280 mil pesos como sueldo ético”, puntualiza.
Fuente Revista Rumbos
Santiago, 26-04-2013