Con la sala Irarrázaval de la Casa Central de la Universidad Católica repleta, el jueves 9 de julio se realizó la presentación de la nueva encíclica del papa Francisco, “Laudato si, sobre el cuidado de la casa común”
La bienvenida estuvo a cargo del Rector de la Pontificia casa de estudios, Ignacio Sánchez, quien destacó algunos pasajes del texto de Francisco, y señaló que Laudato si “nos interpela a brindar una opción preferente por los pobres, y a pensar en las generaciones que vendrán”.
“Queremos un mundo en arnmonía, respetando la creación del Padre” dijo.
La presentación de la encíclica le correspondió al Secretario General de la Conferencia Episcopal, y obispo de Melipilla, monseñor Cristián Contreras Villarroel.
El Secretario General de la Cech comenzó su presentación señalando que para hacer una correcta lectura de la encíclica Laudato si’ hay que entender a quién se dirige: “Esta vez el papa Francisco no escribe solo a los obispos ni a los fieles católicos, sino que ofrece sus reflexiones a la globalidad de ciudadanos del mundo, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes” apuntó.
“Esto significa, dijo, una promoción humana integral sobre la base de una coexistencia entre la humanidad y la creación que restaure los valores y bienes perdidos por la degradación del estilo de vida humana, que halla su reflejo más patente tanto en la exclusión social como en el detrimento medioambiental”.
“Lo que está pasando en nuestra casa”
Monseñor Contreras agregó que en el primer capítulo de esta encíclica, el Papa plantea que tanto los conflictos sociales como los dramas ecológicos son síntomas evidentes y escandalosos de un problema más profundo aún: una crisis antropológica subyacente que se ha generado por un sistema de organización político, social y económico de inspiración puramente tecnocrática, marginando las consideraciones morales.
“El Papa insiste en que todas las consecuencias de la crisis ecológica afectan especialmente a los más pobres del mundo, que se ven forzados a vivir en áreas altamente contaminadas, o a migrar en condiciones paupérrimas hacia sectores geográficos productivos que les aseguren algo de participación en la economía, por muy injusta que esta les resulte” resaltó el obispo.
Explicó que este es uno de los temas más recurrentes: los pobres y excluidos son las principales víctimas de la crisis ecológica. Pero estos problemas de inequidad y de desintegración no son aislados, sino que se viven a nivel planetario, y el Papa no deja de denunciar la debilidad de las reacciones políticas de los principales responsables que, muchas veces frenados por criterios puramente económicos y pragmáticos, dilatan medidas de equidad o hacen oídos sordos a las demandas sociales.
En el segundo capítulo, señaló el obispo Contreras Villarroel, Francisco insiste en que el compromiso ecológico no es una opción que un creyente en Jesucristo puede tomar o desechar, sino que es una consecuencia propia de su fe. “Por eso el Santo Padre ofrece una rica reflexión teológica a partir del dato bíblico” dijo.
A continuación, en el capítulo tercero, el Papa llega a la crítica más central y radical de su reflexión, según monseñor Contreras:
los perjuicios de la globalización del paradigma tecnocrático.
“Francisco denuncia cómo la aplicación unilateral y absoluta de este paradigma en la economía y la política degradan las relaciones sociales, estimulan un híper consumismo, erosionan el medioambiente y engendran injusticia. Se fomenta así una economía que solo busca el rédito y la maximización de las ganancias sin consideración de sus consecuencias éticas. Aquí el Papa vuelve más profundamente sobre la crisis antropológica que hiere a la sociedad contemporánea y cómo esta se traduce en una crisis social y, por lo mismo, se manifiesta en la degradación ecológica” dijo.
Y agregó: “El Santo Padre también llama la atención acerca de lo que él denomina la ‘ecología de la vida cotidiana’, aquella que se da en los espacios donde transcurre la vida de las personas, de tal modo que sea verdaderamente humanizadora. Alerta especialmente sobre la necesaria calidad de las viviendas y los barrios. Un valor transversal a todas estas dimensiones de una ecología integradora es la búsqueda del bien común, otro de los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia” recordó.
Finalmente el obispo señaló que el Papa, reconociendo la evidente interdependencia de todas las naciones en sus relaciones sociales, políticas y económicas, y en su padecimiento diverso de los efectos de la crisis ecológica, exhorta a un
diálogo verdadero, serio y responsable sobre el medioambiente en la política internacional.
Teología, ciencias y economía
La segunda parte de la actividad consistió en la intervención de un panel compuesto por el decano de la Facultad de Teología UC Fredy Parra, el profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas UC y Premio Nacional de Ciencias, Juan Carlos Castilla, y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas UC, José Miguel Sánchez.
Los académicos se dividieron los capítulos de la encíclica, para comentarlos según su ámbito de acción: la teología, la socio-ecología y la economía respectivamente. A pesar de lo variado de las disciplinas, los tres estuvieron de acuerdo en que el Papa Francisco ha puesto sobre la mesa un gran desafío a los habitantes de esta casa común: procurar la sanación de la tierra en que vivimos, volver a lo simple y procurar la equidad en el crecimiento y la reducción de la pobreza.
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Fuente: Prensa CECh
Santiago, 09-07-2015