Uno de los frutos del trabajo de la Iglesia de la diócesis de Copiapó para responder a la catástrofe de los aluviones de marzo de 2015, es la misión intercongregacional, hermosa iniciativa llevada a cabo por Conferre.
Esta misión ha traído hasta Atacama a religiosas y religiosos de distintas congregaciones para dar apoyo sicoespiritual y contención a familias damnificadas en la diócesis. Algunos incluso han venido más de una vez. Quien las acoge es el P. Guido Castagna,, en la parroquia Santísima Trinidad, que abarca poblaciones de Copiapó devastados por los aludes. Esta visita de las religiosas también contempla participar de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en Los Loros, otra localidad gravemente afectada por esta catástrofe.
La Hna. Gabriela García, de la congregación Hermanas de la Doctrina Cristiana, ha venido por primera vez, y quiso compartir sus impresiones.
“Una de mis hermanas participó el año pasado, la Hna. Carmen –cuenta-. Cuando ella volvía a la Comunidad siempre nos contaba su experiencia y su historia. Este año se dio la posibilidad que yo pudiera venir en estas vacaciones de invierno”.
¿Cuál ha sido su impresión después de haber estado estos días en Copiapó?
“Las cosas han ido cambiando de forma muy lenta. Me impresionó encontrar todavía casas llenas de barro, autos destruidos en medio de la calle, falta todavía mucho por avanzar. Después de un año y medio ha sido todo el proceso muy lento, especialmente en Diego de Almagro, donde hay gente todavía esté en campamentos, sin agua, y un camión tiene que ir a dejarles agua, con todas las complicaciones que eso conlleva. Eso lo he encontrado difícil”.
¿Cómo la han acogido las personas?
“Todas las personas nos han acogido bien, hemos entrado a casas de familias de diferentes confesiones cristianas, porque la misión está orientada a todas las personas que han sufrido, no solamente a las que son católicas. Las personas todavía tienen mucha necesidad de contar su historia, de que alguien las escuche con interés”.
El consuelo en Dios
“En esta misión, llegamos a las casas, nos presentamos como misioneros católicos, para que la gente sepa de dónde venimos, y después los vamos escuchando. Y a partir de lo que la persona nos cuenta, vamos dando pequeñas pistas de lo que el Señor va orientando en su evangelio. Vamos más que nada reconfortando a la gente, no las queremos formar en nuestra religión sino acompañarlas y que ellas encuentren consuelo en Dios.
La Hna. Gabriela nos cuenta que parte de las tareas de estos días será identificar sectores que necesitan más apoyo con miras a la visita de octubre, para descubrir fortalezas y debilidades “e ir mejorando aquello que se puede mejorar”.
¿Con qué palabra describiría sus sensaciones tras esta visita?
“Desafío. Es un desafío constante de la Iglesia, es un trabajo que la Iglesia tomó y que hay que seguir haciendo. Yo creo que ha sido una gran experiencia para la vida consagrada el hacerse cargo de un sector y acompañarlo, es un desafío para seguir desarrollando”.
Por su parte, la Hna. María Asunción Concha, de la congregación Inmaculada Concepción, comenzó a visitar la diócesis el año pasado. “Yo empecé a venir el año pasado, de junio a diciembre, y este año en abril, y ahora julio”. Sobre su primera visita, dice: “fue el primer impacto llegar a Copiapó como estaba, pero a través de los meses que he venido he descubierto que han superado muchas cosas, aunque al mismo tiempo están repitiendo la experiencia que han vivido, de mucho dolor, de abandono a veces de las autoridades”.
¿Cuál es su testimonio después del encuentro con las familias en esta misión?
“Mi Comunidad ha sido maravillosa, realmente, me acoge con mucho cariño cuando regreso, me despiden también cuando vengo, y tiene una capacidad de escucha muy linda. He compartido las experiencias dolorosas y las alegres.
“Vine, me enamoré, y aquí estoy”
“Lo más fuerte para mi es el ambiente comunitario que logramos como religiosas, porque no somos de la misma congregación. Ha sido una experiencia muy enriquecedora; el hecho de que podemos formar comunidad intercongregacional es fantástico. Para nosotras como religiosas es difícil, pero posible, y esta experiencia en Copiapó nos ha dado esa posibilidad. Esa ha sido la gran aventura que me ha tocado vivir. Yo vine en junio del año pasado, me enamoré, y aquí estoy”.
¿Enriquece la espiritualidad de las distintas congregaciones?
“Todas tenemos una espiritualidad distinta, pero el centro de todo es Jesús y eso, que es lo que a nosotras nos convoca y nos permite vivir estos días en Copiapó, en torno al Señor”.
Visita a Diego de Almagro
“Yo había ido en abril y se ve un poco mejor, más limpio, -señala la religiosa - aunque uno siempre encuentra personas que no están conformes”. Sin embargo, destacó una vivencia en particular. “Ayer me tocaron dos experiencias: en una población de emergencia, y una familia que vive al borde del río. Ambas familias están muy agradecidas de la Iglesia, se han sentido muy apoyadas, muy acompañadas y ambas han logrado ya su subsidio habitacional y eso las tiene muy contentas porque van a lograr algo más digno para vivir, aunque no va a ser lo que ellas tenían anteriormente, pero va a ser algo bonito y están con mucha esperanza y optimismo”.
¿Con qué sentimientos se va a ir?
“Con gratitud al Señor, a la comunidad que organiza la experiencia aquí, al Padre Guido, la Hna. Julia (Órdenes), la Hna. Verónica (Santillán), Pabla (González), que nos ayuda en labores domésticas, y a todos los que nos acogen.”
Fuente: Comunicaciones Copiapó
Copiapó, 16-07-2016