"Con espÃritu de misericordia, abrazamos a todos los que huyen de la guerra y del hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación ambiental".
Desde esta mirada, el Santo Padre dirige su mensaje, recordando a los más de 250 millones de migrantes en el mundo, de los cuales 22 millones y medio son refugiados.
Agrega el PontÃfice que acoger al otro "exige un compromiso concreto, una cadena de ayuda y de generosidad, una atención vigilante y comprensiva, la gestión responsable de nuevas y complejas situaciones que, en ocasiones, se añaden a los numerosos problemas ya existentes, asà como a unos recursos que siempre son limitados".
Al mismo tiempo, llama la atención de que en muchos paÃses de destino se ha difundido ampliamente una retórica que enfatiza los riesgos para la seguridad nacional o el costo de la acogida de los que llegan, "despreciando asà la dignidad humana que se les ha de reconocer a todos, en cuanto que son hijos e hijas de Dios. Los que fomentan el miedo hacia los migrantes, en ocasiones con fines polÃticos, en lugar de construir la paz siembran violencia, discriminación racial y xenofobia, que son fuente de gran preocupación para todos aquellos que se toman en serio la protección de cada ser humano".
"Las migraciones globales seguirán marcando nuestro futuro. Algunos las consideran una amenaza. Les invito, al contrario, a contemplarlas con una mirada llena de confianza, como una oportunidad para construir un futuro de paz", manifiesta el Papa Francisco.
Cuatro acciones para que los migrantes y refugiados encuentren la paz
El Papa sostiene que para ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a las vÃctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar.
«Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales.
«Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. "En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos. Dios no hace discriminación", afirma el PontÃfice.
«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación: de esta manera, no sólo podrán cultivar y sacar el máximo provecho de sus capacidades, sino que también estarán más preparados para salir al encuentro del otro, cultivando un espÃritu de diálogo en vez de clausura y enfrentamiento.
Por último, «integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales.
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Fuente: Sala de Prensa Santa Sede
Imagen: Comunicaciones Obispado de Chillán
Vaticano, 24-11-2017